30 de junio de 2011

Industrias, vajillas y tesoros de El Mangrullo

Por Luis Felipe Alegre

Cuando uno quiere encontrar en Buenos Aires un regalo inspirado en la iconografía popular, o tradicional –que en Argentina tiene otras connotaciones que en España-, puede elegir entre  varios enclaves para recorrer. Uno es caro, pero muy fino –paquete-, alrededor del primer tramo de la calle Córdoba y adyacentes, antes de la Avenida 9 de Julio.  Otro estaría por el barrio de San Telmo. Y, pura artesanía de creación, finalmente, habría que pasar un domingo por el mercadillo de Recoleta. Sin duda, hay más lugares, pero a los visitantes se les orienta hacia estos parajes, según busquen textiles, marroquinería, dibujos, cerámica, forja… 



Estos días en el Restaurante El Mangrullo de Zaragoza (C/ Francisco de Vitoria, 19), que acaba de cerrar sus puertas al público, confluyen todas esas opciones porque, a modo de rastrillo, la decoración museística del establecimiento está en exposición y venta al público. 
Viendo esos tapices, esas pieles de vaca, esos dibujos gauchescos, ese quirquincho, ese fuelle centenario, ese timón broncíneo de barco, esos farolitos, etc., uno no puede por menos  que pensar: “-¡Cuánta argentinidad está representada aquí!”. 
Y, junto a esto, evocamos también las tiendas de antigüedades de los barrios porteños, donde lo viejo se identifica con lo pasado de moda, cuando no con  lo usado.







Encontramos pinturas que recrean  el tipismo de La Boca, o la mitomanía que genera el país, como vemos en estos cuadros firmados por  un entusiasta de lo argentino, como es Perico Fernández –nuestro campeón mundial de boxeo, reconvertido a pintor.












Hay utensilios que asustan: “-¡Dios mío, cómo debían de sufrir los que manejaban este fuelle de dos metros de largo!”


Entre estos objetos, aparecen las prosaicas cámaras frigoríficas de la acreditada casa Liebherr.


          

Parecen hechas para una película de terror, pues en su pulcro interior podrían esconderse hasta tres payadores perseguidos.

Y aquí  la evocación marinera, tan cara a González Tuñón, poeta favorito del Establecimiento, con este timón de bronce.


Ya que citamos a Tuñón, sigamos viendo, en el siguiente video, lo que estos días nos ofrece El Mangrullo a precio de saldo, y oigamos, de paso, la interpretación que hace el Cuarteto Cedrón del poema ‘La cerveza del pescador Schiltigheim’.


 Ah, si usted. no desea comprar nada pero quiere saludar a Rogelio, sepa que ahí lo encontrará. ¡Sin tristezas, eh! Está, sencillamente, en una encrucijada de caminos que parten y caminos que vuelven.

No hay comentarios:

Publicar un comentario