23 de julio de 2013

El pasado trimestre. Crónica de hechos propios y ajenos (III)



Quería reflexionar un rato para celebrar que  en el último trimestre del año 2012 me fui acercando a la normalidad. Es decir que octubre, noviembre y diciembre fueron meses sin quirófano y con numerosas subidas al escenario. En general, hasta diciembre la voz se resentía. Las últimas fueron bien.
Los primeros días de octubre, reforzados por Niall Binns, estuvieron dedicados a Nicanor Parra: La fábrica de chocolate, un camión en la Feria de Teatro de Huesca, la Biblioteca Durán Gudiol de Huesca y la Biblioteca de Utebo. Total seis funciones y una charla, ninguna en un teatro.
La Fábrica de chocolate es campo de aterrizaje de francotiradores modernos. Si no en onda estética, sí en clave líquida. Estar ahí no implica coincidencia estética pero sí estar en clave de moderna liquidez.
La Feria de Teatro está obsoleta. Supongo que media docena de sueldos saldrán para los organizadores, fuera de eso... En las últimas etapas de la Feria, fueron felices los que no soportan el teatro, los que aman la danza y los de mala conciencia porque el teatro es un problema. Y fueron felices porque el teatro se fue acortando en beneficio de la danza y el circo. Si hubieran podido habrían cambiado todo por hacer la feria de cine, pero de cine en Huesca ya hay.
Enemigos de la cámara negra y devotos de la alfombra roja.
Delenda est Feria de teatro?
No es que quiera comparar La Fábrica, espacios privados al fin, con un ente como la Feria. No quiero compararlos pero pasé de uno a otro y de otro a uno. Venía de La Fábrica y pasé al camión. Y volví a La Fábrica, pasando por dos bibliotecas y ningún teatro.
Da que pensar. Parra era el último premio Cervantes de las Letras. No había quien lo conociera en Huesca (solo dos libros en sendas librerías de la ciudad). Muy poquitos identifican "NicanorParra-hermanodeVioleta-antipoesía-PremioCervantes", por ejemplo.
Pero las cosas son así, a priori nadie apuesta por un ¿autor? ¿poeta? que además representan unos  desconocidos. Porque no se es alguien hasta que apareces profusamente en la tele. Y ¿cuántos documentales sobre Parra se han visto en alguna televisión española? ¡Y mira que hay!
Quedan las empresas familiares y poco más.
Entre salvar algún tipo de teatro o salvar el Amazonas, no sé cuál sea mayor hazaña hoy.
Y el problema no es solo la falta de circulante.
Otros medios, como la prensa en papel, tampoco saben por dónde tirar. Un periódico no vende como antes, pero se puede distribuir gratis si la publicidad (implícita o explícita) cubre el negocio. Al teatro, si le quitas los apoyos institucionales, qué le queda ¿el público que paga?
Delenda est Feria de Teatro?
Sería extraño ver, dentro de unos meses, por un lado el desastre teatral y por otro una feria de teatro. Pero Huesca es la segunda ciudad de Aragón, su ayuntamiento está en línea con el gobierno y no se dejará escamotear uno de sus programas estrella.
Hace unos días nuestro amigo y colega Pedro Rebollo se preguntaba en su página https://www.facebook.com/pedrorebollo?fref=ts  si habría alternativa para los que hemos ejercido, por ejemplo, de actores de teatro toda nuestra vida laboral, y somos irrecuperables para otro menester:
¿Qué hará el estado español con el par de millones de tipejos como yo, cincuentones con profesión extinguida, que tras 3 décadas de oficio no encuentran OTRO OFICIO?
Porque eso es lo que se me dice (¡mis propios ex-compañeros!) que ahora, actor, lo que se dice actor, ya no se puede; mejor compaginar.  Así que repito: ¿Qué hará con los fontaneros, electricistas, panaderos, artesanos etcccccc que se irán apilando?
Nada, claro.  La responsabilidad es toda nuestra.  Teatro en tienda de campaña, en la barra de un bar, teatro itinerante en espacios interiores, en espacios rodantes… Pero no vale solo el cambio de espacio natural del teatro, cual sería un teatro.  Hay vida fuera de Focus? Todo lo demás ha de justificarse  por la novedad?  Glub!
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En los alrededores del grupo Prisa (Santilana, Fundación  Alternativas…) también analizan el presente e intentan divisar el futuro en su Foro de Industrias Culturales. No es una cuestión altruista. El debate del año 2011 giró en torno en torno al negocio digital, con el título de ¿A dónde vamos a parar? (estábamos en elecciones). De aquel año traigo a la memoria dos intervenciones. Una, en la inauguración, la ministra del ramo, Ángeles González-Sinde, nos informó, por si no lo sabíamos, que “crisis” en chino es “oportunidad”, algo que entonces repetían los socialistas (políticos, asesores y técnicos de la cosa cultural), como diciéndonos que la crisis afectaba solo a los tontos. La otra intervención fue de Pere Portabella. Vino a contar que hacía unos días (noviembre 2011), el Comisario Europeo de Cultura había le había invitado, junto a otros pensadores de diversos países, a una reunión en Bruselas. Allí, el comisario les pidió articular una relación entre políticos y artistas para crear “un discurso”.  “La cultura ya no es la guinda del pastel. Se pide instalarla como una prioridad. Será la salvación de Europa” dijo, más o menos, Portabella.
El foro del 2012, Financiación de la cultura, ha dejado esencialmente como poso en mi memoria el enfado de quienes intervenían desde el público y señalaban a las fundaciones de los bancos (representadas en los diversos debates) como parte de la merdé. Y es que a los artistas no les gusta que les digan lo que hay que hacer; más cuando sospechan que las fundaciones sirven a los intereses de sus directivos y patronos.
También memorable la broma de Antón Reixa: “entre el viva Rusia de Portabella y el viva Thacher de Lasalle, algún otro camino habrá”, que el Secretario de Estado aprovechó para recordar que no todos los liberales son thacheristas y que él no creía en la desinhibición de estado en materia de cultura y de servicios sociales. Ni Reixa ni Portabella fueron crueles con él, más conociendo sus discrepancias con Montoro por la famosa ley del mecenazgo que no consigue sacar Lasalle adelante. Bueno, decir que hubo quien señaló que esa ley acabaría siendo una coartada para rebajar más los presupuestos públicos de cultura.  En El País lo vieron así:
A José María Lassalle no le gusta mezclar la política con las metáforas. Tampoco con la dialéctica, aunque el secretario de Estado de Cultura tuvo que fajarse con un auditorio bastante caliente ayer en el IV Foro de Industrias Culturales —organizado por las fundaciones Santillana, cuyo presidente, Ignacio Polanco, asistió, y Alternativas— que trata de la financiación del sector. Lo hizo echando mano de citas a Adorno, Wittgestein o Thomas Mann, pero se olvidó quizá el autor que mejor podría definir el cariz que está tomando la tramitación de la Ley de Mecenazgo, la propuesta cultural estrella del Gobierno del PP: Franz Kafka.
Pocos conocidos entre los asistentes. Los amigos de Iberlingva, presentes todos los años y siempre atentos a los foros de reflexión cultural; Cristina del Moral, compañera de aventuras balcánicas con el Instituto Cervantes, y ahora en el AECID.  Ah, y, cosa rara, una aragonesa, Carmina Gustrán, conocida por su vinculación al Enlatamus de Remolinos.
Cabe señalar el asombro de los que me rodeaban cuando apareció en pantalla un mensaje de Zaragoza cultura 2.0 que nada tenía que ver con lo que se celebraba. Y es que en los últimos años hay mucho rey del mambo en internet.
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La primera función de Lorca del curso 2012-13 fue en el IES Vega del Turia (antaño Ibáñez Marín, donde tantas leyendas del Aragón contemporáneo emergieron).
Aunque era el mismo programa que el curso anterior, desde el último instituto hasta éste habían pasado seis meses y aún tenía la voz insegura, tras las operaciones de garganta.
Primero hice la sesión de variedades para 2º de ESO. Luego el Romancero gitano, para 2º de Bachillerato.
En tiempos a nadie se le ocurría construir un centro de enseñanza media sin teatro, o sin vestíbulo.  De esos tiempos era éste.
Sobre el escenario pusimos dos focos cruzados para no iluminar el telón de fondo. En una mesa lateral, un proyector y un reproductor de audio para fondos sonoros. Un atril en el centro-casi proscenio.
De todas las posibles maneras de hacer una lectura artística del libro, yo había optado por hacerla lo más sobria posible. Las proyecciones de los cuadros de Lorca y los ambientes sonoros debían trabajar en beneficio de la audición. El vestuario ambiguo: traje gris, dos camisas y pañuelo negro al cuello. Pelo suelto y medio largo. La alumna Gloria S. me vio con “apariencia gitana”.
La interpretación estaba basada en “la partitura” que es cada poema. Una lectura escanciada de forma clásica, con pausas versales –de no haber encabalgamiento-, pausa final de estrofa, semitonada en la narración y diferenciando en los diálogos a los personajes mediante cambios de ritmo y modulación. Lectura artística, expresiva, “forense” la llamo yo  porque se busca la comprensión y la reflexión (oír pensando) y para ello se ataja informando del contexto mediante el gesto. El recitador  sabe lo que debe decir pero se atiene a la partitura para, primero, no saltarse un cambio de estrofa (es fácil aprender un poema pero no tanto recordar las pausas estróficas) o no confundirse en los poemas de los que se conocen versiones cantadas (que causan destrozos en la memoria del recitador). Y, segundo,  porque como dice Zunthor: cuando se lee de libro, la autoridad está en el libro; cuando se dice de memoria, la autoridad está en el actor. Y, en este Romancero gitano la autoridad estaba en el atril, no en el actor.
Creo haber sido fiel al poeta y a su libro. Cada dos o tres poemas hacía comentarios al hilo de lo que contaba Lorca en sus conferencias sobre el libro. Y, sí, hablé también del “Folklorquismo”, término bastante sugerente inventado por nuestro paisano Ramón J Sender. Y de la vinculación del poeta a los movimientos vanguardistas de pintura. Acaso, acabara hablando de la revista  Gallo y proyectando alguno de los dibujos de Dalí, dejando como despedida la proyección del retrato triple de Lorca hecho en tinta negra por Dalí.
Hablo de la función en el IES Vega del Turia porque el profesor Javier J. tuvo a bien remitirme algunos comentarios escritos en clase sobre el recital. Entre ellos, un largo escrito de Damián Z.  donde, más que del recital, escribe del patio de butacas.
Dice Damián que sus compañeros llegaron al teatro “más impacientes por salir a la calle que por entrar”. Señala que, al fondo (siempre es al fondo) unas risitas subrayaron los primeros versos del “Romance de la pena negra”, cosa que se iría repitiendo hasta que se serenaron acomodándose en la butaca para esperar el final. A todo esto, el juglar seguía impertérrito, los profesores se desesperaban y el público aplaudía compasivamente. El comentario llevaba por título “La muerte de la poesía”.
Ni qué decir tiene que este punto de vista me ha dado mucho que pensar. No hay nada que refutar pues él lo vivió así y así lo cuenta.
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Hacia 1976 vino por España un recitador que se presentaba con un apodo, el Declamador de las Américas, como suelen tenerlo otros declamadores caribeños: el cubano Luis Carbonel es el Acuarelista de la Poesía antillana, el dominicano Carlos Lebrón es el Super Rapsoda de la Poesía Antillana, etc.  Yo asistí a dos actuaciones del Declamador de las Américas con público estudiantil. El poeta Ángel Guinda escribió una crítica elogiosa que publicó el Heraldo de Aragón.  Al leerla, me indigné y repliqué con una carta al director en términos muy parecidos a los de Damián, negando la posibilidad de comunicación estética cuando el receptor lo es por obligación. Incluso el título era el mismo, aunque en mi carta estaba motivado por un verso que el declamador hacía repetir al público: “y no podrán matarla” (a la poesía).
Con el tiempo, el afán por escudriñar los resortes de la comunicación me llevó a materias aledañas a la sociología, la educación y la cultura especialmente.  Todo lo que podía comprender lo ponía en función de mis intereses teatrales, como actor, director o guionista –oficios que suelen solaparse en mi caso. Cosas útiles para comprender el mundo en que vivimos, pero que no me han servido para saber cuándo una función va a salir bien. Y ¿qué quiere decir “bien”? Por ejemplo, que 1. acuda público, 2. los artistas y técnicos hagan su trabajo sin fallos, 3. el público reciba con interés la propuesta, 4. circule la energía entre el escenario y el patio de butacas, 5. alguien haya sentido una sensación de “magia”, de asombro, o la presencia del “duende”.  Y 5. en el caso de obras con afán divulgativo, que deje huella en la memoria.
El oficio, como yo lo entiendo, poco tiene que ver con las ceremonias de mis colegas caribeños. Sigo creyendo que el oficio juglaresco moderno se desarrolla idealmente con un grupo de cuatro operarios (uno actúa, otro canta, otro toca y otro baja y sube la luz). Ahora, las más de las veces estoy solo en escena. No es la crisis, el declive viene de antes. Que nos perdonen las altas y medias instancias de nuestra comunidad cultural (políticos, técnicos, patrocinadores…) el dispendio de ofrecer machados, parras, cernudas, o paneros, con formas y maneras adecuadas, fruto del estudio de la tradición y de la experimentación. Y ya que nos ponemos impertinentemente quejosos reconozcamos que hoy día el mercadillo teatral está servido de productos parecidos con desigual gasto de nervio o de talento.
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Esto también tiene que ver con el comentario de otro profesor, en instituto diferente. Decía que a Lorca le iba bien el acompañamiento de un guitarrista. Cómo no! 
El servicio que se da desde El Paragüero S.L. –empresa aragonesa que distribuye a la compañía- es parecido al de una empresa cualquiera que desplaza en cualquier momento del año al lugar donde se le solicita: un vehículo, material para la obra y personal cualificado. Y que eso supone: gastos de desplazamiento, mantenimiento del material, seguridad social, irpf, gestión y sueldos. 
Ahora, el caché para institutos  está tan ajustado que es imposible la incorporación de otro trabajador especializado.






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