13 de junio de 2012

Walter Santa Ana, cuando recitaba a Borges

Cuando recitaba a Borges, Walter Santa Ana  parecía que lanzaba una flecha en cada verso. Para los sonetos, una ametralladora que no paraba de disparar hasta el punto final. Sus inflexiones eran certeras, un bumerang.
La supuesta dificultad de leer a Borges no se compartía después de haber oído y visto a Santa Ana en  Palabra de Borges. ¿Visto? sí, había que verlo. Era un actor que interpretaba la poesía de Borges con todo su cuerpo y su alma.
Tenía también, como el poeta, una ceguera avanzada, pero no provocaba miedo cuando se acercaba al proscenio, porque el escenario era su casa. En la luz tenue sus gestos y movimientos resaltaban como siluetas; la expresión del rostro había que buscarla, estaba como en un segundo plano.
Palabra de Borges tenía sobre el escenario una silla y nada más, ni atril ni vaso de agua. Una música  a veces, muy tenue, quizá para cubrir los espacios entre sonetos.

Walter Santa Ana. Fotograma de Los libros y la noche, 1999
Ese Palabra de  Borges que yo vi hace 13 años en la Feria del Libro y en las Bibliotecas de Buenos Aires, no fue su único trabajo sobre Borges. Cada actor tiene un repertorio de poesías, cada gran actor tiene un gran poeta en repertorio y el de Walter era Borges.

Una de las mejores experiencias teatrales de mi vida ha sido ver recitar a Santa Ana la poesía de Borges. Y una de las grandes frustraciones: no haberlo visto en las obras de Brecht, de Valle Inclán, de Calderón; o en los espectáculos sobre Francois Villon,o, especialmente, sobre Roberto Arlt, hace seis años, compartiendo escena, entre otros, con el Cuarteto Cedrón.

Roberto Saiz, Santa Ana y el Tata Cedrón. Orejitas perfumadas, 2006
Walter Santa Ana murió el 9 de junio en su ciudad, Buenos Aires. Reproducimos fragmentos de un justo y sentido artículo, "Una voz cargada de múltiples sentidos". Puede leerse entero en Página 12
Está escrito por la periodista Hilda Cabrea, memoria viva del teatro contemporáneo:

El actor fallecido el sábado, a los 79 años, transitó durante seis décadas por los escenarios de Buenos Aires. Se lo vio en montajes de autores extranjeros y nacionales, tanto en el circuito independiente como en los teatros oficiales (...)

Qué consuelo es no perder la memoria. Por eso la muerte de artistas como Walter Santa Ana, quien falleció el sábado, a los 79 años, será siempre recuerdo y presencia. Fue un actor esencial que se propuso indagar a conciencia en los personajes y su entorno (...)

 Qué decir de la calidad de su voz, de su fraseo y sonoridad, de una voz que –decía– era parte de su vida, “porque la voz, el cuerpo y las articulaciones son una unidad” (...)

  En 2006 decía a propósito de un momento social complejo –y en una tarde en que cayeron piedras sobre la ciudad– que “en las sociedades que comercian con la angustia, la depresión es colocada en un lugar relevante... y la fábrica de angustia es la única que no cierra” (...)

 Sobre el hecho de que lo identificaran como actor de teatro, decía no saber por qué, pero tampoco eso lo inquietaba. “No sé qué es lo que los demás piensan de uno. La vida pasa y se sabe tan poco de todo. Me pregunto si vivir es también ‘servir’ para algo...  Existe por lo menos la posibilidad de iniciar una búsqueda, que a veces se parece a la desesperación. Eso que uno elige tan hondamente le sirve, y quizá por eso les sirva también a los otros.” (...)


 Volveremos a hablar de Walter  y recuperaremos alguna fotografía y materiales diversos de nuestro archivo. Pase mientras tanto la conmoción por su pérdida.
En la película de Tristán Bauer, Los libros y la noche (1999) el actor interpreta a Borges viejo. Tiene momentos de gran cine, como la recreación de El libro de arena:



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